No porque sea más esperado en el último minuto, es menos doloroso. Los Lakers de LeBron James, un equipo que comienza cada temporada con el único objetivo de ser campeón, ni siquiera ha logrado llegar al play-in; es decir, tampoco ha entrado en el top 10 de la Conferencia Oeste en una pelea que incluye solo a 15 equipos.
El resultado es un flagelo para el proyecto. A falta de tres partidos para concluir la temporada regular, ya están de vacaciones; y no es que hayan luchado fervientemente contra otros equipos, es que se han visto superados por unos Pelicans que han estado toda la temporada sin Zion Williamson y por unos Spurs que están en plena reconstrucción -incluso soltaron a Derrick White a lo largo del camino. Sí, es difícil de creer que esto haya sucedido.
Porque no hay excusas. LeBron ha estado a nivel de MVP, pero por alguna razón no ha logrado que esa fantástica actuación individual se traduzca en fortaleza para el grupo. Anthony Davis señaló hace unos días que si él no se hubiera lesionado la situación hubiera sido diferente, la cuestión es que cuando han estado todos -nos referimos a James, Westbrook y él- no lo han pasado muy bien. resultados tampoco, superando apenas el 50% de victorias. Este conjunto simplemente no funcionó.
Anoche, obrar el milagro ante el mejor equipo de la NBA, los Suns, sonaba a utopía después del periplo que han tenido. Y asi fue. Aunque no empezaron mal e incluso cobraron algo de alquiler, tras pasar por los vestuarios todo voló por los aires. La inconstancia que ha mostrado durante toda la temporada se hizo notar y pasó de estar cinco puntos abajo en el descanso a estar 26 nueve minutos después. Juego terminado.
Poco más hay que contar del juego. LeBron no estaba, eso es cierto, pero a estas alturas tampoco parece que vaya a cambiar nada. El Rey lo ha dado todo durante meses jugando minutos, pero esta vez la solución no ha sido verle anotar 50 puntos (que lo ha hecho). Los errores de verano en la preparación del equipo –no entraremos ahora en valorar a los culpables–, han convertido el curso en un querer y no poder, en una búsqueda continua de una mejora que nunca ha llegado porque simplemente no han llegado. tener la fuerza de voluntad para ello. Eso sí, teniendo los tres grandes jugadores que tenían, está claro que tenían que hacerlo mejor, que estar ya eliminados no se le puede echar la culpa al resto, sino a ellos en primer lugar.
La cabeza angelina ya está puesta en la campaña 2022-23. Tienen seis largos meses por delante para no errar. Tras ser campeones en la burbuja de Orlando, culparon al resto poco de no hacerlo mejor en la 2020-21 (cayeron en primera ronda). Actualmente, esa red para amortiguar el golpe no existe. Y de cara al próximo, quizás el último de El Rey a nivel de MVP, todo se convierte directamente en una obligación.
Se vienen cambios, es normal. Frank Vogel no seguirá en el banquillo y posiblemente Rob Pelinka tampoco esté en los despachos, aunque no son pocos los que defienden que su trabajo ha sufrido interferencias que le han impedido desarrollar el proyecto que tenía en mente, ahora todo se resume arriba en responsabilidades de depuración, y hay opciones de que acabe siendo el indicado (con más o menos razón).
Ahora mismo es imposible saber a qué Lakers nos enfrentaremos en octubre de 2022. Da por hecho que LeBron James y Anthony Davis liderarán el proyecto, pero todo lo demás es una incógnita. Bueno, Russell Westbrook, quien ha sido una especie de saco de boxeo para algunos, ejercerá su opción de jugador por $ 47 millones, ¡y quién no! otra cosa es que siga en el equipo. Hasta ahora podemos leer. La temporada ha sido un fracaso, pero no deben caer en el arrepentimiento, sino pensar que la NBA les dará otra oportunidad en unos meses.
(Foto de Christian Petersen/Getty Images)