La visita de los Mavericks al Smoothie King Center tuvo poca historia. El equipo texano se llevó el desafío frente a los Pelicans de manera mucho más que plácida por un contundente 107-139, sumando una victoria mucho más de la precisa tras haber perdido cinco de sus últimos seis partidos para sostenerse en el cuarto rincón del Oeste. El equipo de Kidd aprovechó la debilidad del equipo de Luisiana, que prosigue penúltimo en la charla con un cómputo de 5-16.
Dallas estuvo prácticamente adelante en todo instante (los Pelicans tuvieron el beneficio a lo largo de 9 segundos), y desde muy temprano comenzó a forjar diferencias esenciales. A través de Luka Doncic, que arrancó muy inspirado el choque y logró agregar 18 puntos en el primer cuarto, los visitantes no tardaron en llegar a capital próximos a los 20 tantos, una brecha que alcanzarían en el segundo cuarto y que se expandirían tras el reposo. El máximo de los Mavs fue de 38 (93-131), lo que les dejó tomarse el partido con mucha calma y ofrecer reposo a sus estrellas.
Así, Doncic no alcanzó los enormes números que prometía su enorme salida, puesto que solamente disponía de 27 minutos que le hacían quedarse en unos nada infames 28 puntos. El esloveno asimismo relució como pasador, repartiendo 14 asistencias, si bien sus 8 derrotas empañaron su hoja de estadísticas.
Kristaps Porzingis, con 20 puntos y 10 rebotes, lo acompañó con un nuevo doble-doble, al tiempo que Jalen Brunson y Tim Hardaway Jr. se recalcaron de la segunda unidad con 17 y 16 puntos cada uno de ellos. Todos ellos hallaron muchas comodidades para agregar, exactamente la misma los hombres menos recurrentes, puesto que Kidd optó por ofrecer minutos a los 15 citados, de los que 13 consiguieron anotar.
Para colmo, los Mavericks consiguieron romper su récord de pegar un juego, puesto que acabaron con un 68,7% de precisión en sus tiros de campo (57/83).
El más destacable récord previo fue el de 1983, en el momento en que consiguieron anotar el 67,7% de sus tiros en un partido contra los San Diego Clippers. Además de esto, no habías visto a un equipo disparar con tanta efectividad en la NBA desde el momento en que los Clippers (ahora en Los Ángeles) firmaron el 69,3% contra Toronto en 1998.
Sobre los Pelicans, Brandon Ingram procuró sostener vivo a su equipo con 29 puntos, pero próximamente quedó claro que era irrealizable. Los de Novedosa Orleans, que prosiguen aguardando a Zion, prosiguen sin alzar la cabeza, y no semejan poder sobrepasar un emprendimiento que se prometía ilusionante pero que en este preciso momento se está clasificando al nivel de franquicias que no aspiran a competir. para cualquier cosa este año como Rockets o Thunder. Observaremos si el regreso de Williamson puede revertir la situación, pero por el momento todo apunta a una temporada bastante inenarrable en Louisiana.